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Una clase de Kung Fu

POR REVISTA HUMANA el 11 MARZO, 2016

Fui a probar una clase gratis de Kung Fu en la escuela Shaolin Kung Fu, ubicada en la comuna de La Reina, dirigida por el profesor Alejandro Valenzuela, quien cuenta con más de 30 años de experiencia. La idea se me había quedado en el tintero hace años y específicamente la capacidad de combate de esta disciplina me ha parecido siempre muy interesante, aunque a la vez de alta complejidad. Me animé diciéndome que como en todo, la práctica hace al maestro.

Inmediatamente, el profesor me acogió como alumna nueva y mostró gran dedicación para corregirme y enseñarme. Personas de distintas edades siguieron durante una hora sus instrucciones, encontrándose presente sólo una mujer más aparte de mí. El profesor Valenzuela me aseguró que para las mujeres muchos movimientos del Kung Fu resultan más naturales que para los hombres, debido al gran uso del impulso del cuerpo donde la cadera juega un rol importante. Sin embargo, por un tema de confrontación la mayoría de los estudiantes siempre son hombres. “Les gustan las patadas y combos”, dice, pero el profesor se apresura en aclarar que el Kung Fu no tiene mucho que ver con eso.

La concentración es clave, no se puede perder el foco, cada movimiento exige técnica e intención y la demanda física no es menor si se considera que idealmente la practica debe ser llevada en línea con la respiración. En ese sentido es muy parecido al yoga, pero la fluidez de una postura a otra aquí toma forma de lucha. Los alumnos practican entre ellos y la clase tiene sus reglas en cuanto a comportamiento y disciplina. El esfuerzo, la humildad y el respeto son sólo algunos de los valores que se subrayan constantemente.

Este arte marcial de origen chino, cuyos inicios se pierden en el tiempo, comprende el potenciamiento de todo ser humano, tanto en lo físico como en lo espiritual. A menudo se le conoce como el karate chino, pero también fue introducido en Occidente como Full Contact o Kick Boxing. Hay distintos estilos y escuelas, muchas de las cuales derivaron en presentaciones gimnásticas, pero el Shaolin se caracteriza por fundamentar su técnica en el desarrollo de 3 animales: grulla (equilibrio), tigre (fuerza) y serpiente (energía interna).

Las artes marciales se popularizaron en los ´80 gracias al cine y actores como Bruce Lee o Jackie Chan y últimamente su popularidad viene en alza gracias a películas como la maravillosa “El Tigre y el Dragón” y la simpática “Kung Fu Panda”. En su profundidad, uno puede esperarse del Kung Fu una enseñanza filosófica de vida, al estar basado tanto en el budismo como en el taoísmo.

En cuanto al manejo de energía, me recordó mucho al Taichí -disciplina también china, pero más lenta- y en medio de la clase me pregunté si no estaba retrasando mis propios movimientos para no perder por completo el equilibrio. Pero no tuve demasiado tiempo para pensar, porque todo el cuerpo está siendo utilizado de forma inteligente y con un objetivo. En ese sentido me resultó una actividad un tanto seria, poco acorde con mi permanente “capacidad” de distracción.

Sin embargo, como ejercicio lo sentí fantástico, me llenó de energía y motivó a aprender golpes y posturas que se hacen entretenidos y guardan mucha justificación e información; el Kung Fu está lleno de sentido y es extraordinariamente rico en historia, haciéndolo muy intrigante, como un misterio en el que algún día tú mismo te podrías convertir.

¿Volveré? No sé, nuestro affaire es apenas reciente y para hacerse una opinión formada se requiere más tiempo. Pero recomendaría probarlo, tanto para mujeres como hombres, como una forma de conocerse a sí mismos y experimentar los límites. Creo que es un lujo poder estudiar algo como el Kung Fu en Chile y además con un profesor comprometido con las bases de la enseñanza original -que encima tiene la generosidad de abrir su sala para quienes quieran probar una clase-, pero sobretodo pienso que lo más probable es que de cada práctica milenaria se puedan obtener grandes beneficios para la vida actual.

Si eso toma algún tiempo, habrá que tener paciencia. Ah la paciencia, otro de los grandes valores resaltados por el Kung Fu. No es muy amiga mia.

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